miércoles, 23 de febrero de 2011

BIBLIOGRAFIA 5 ANESTESICOS LOCALES Y TECNICAS DE INFILTRACION

Candel Parra, E.El paciente quirúrgico intraoperatorio.En: De la Fuente Ramos, M.Enfermería médico-quirúrgica.2 (ed). Madrid: DAE, 2009. p. 257-258.


Eduardo nos relata los anestésicos locales así como las técnicas de infiltración









Colás C.Pamplona:22 de abril de 1999[consultado 21 de febrero]. Disponible en: htpp// www.cfnavarra.es/salud/anales/textos//vol22/suple2/suple2html


  
infiltración local
Se considera como infiltración local la administración del anestésico en el sitio donde se va a realizar la intervención, por ejemplo, en los bordes de una cicatriz antes de corregirla. Esta inyección se efectúa en tejidos superficiales de la dermis y la subdermis, por lo cual es poco frecuente observar complicaciones severas y generalmente se realiza con gran seguridad.
Puesto que no se espera encontrar troncos vásculo-nerviosos podemos realizar la técnica con seguridad. Se inicia la técnica con un habón intradérmico con una aguja de muy pequeño calibre y bisel hacia abajo ya que, debido a la rica inervación de la dermis, suele presentarse dolor, que se puede disminuir mediante maniobras de contraestimulación en la misma zona, ya sea mediante presión continua, percusión o aplicación de frío local. A partir de este habón inicial se realiza la infiltración a medida que avanza la aguja, de forma que el habón se transforma en una "salchicha" (Fig. 1).

Figura 1. Infiltración local.
Cuando se requiere infiltrar amplias zonas de piel (por ejemplo durante estiramientos de cara o liposucciones) es recomendable el uso de agujas largas, de 5-9 cm, que permiten una mayor área de inyección mediante maniobras de reacomodación de la aguja en el espacio subcutáneo. De esta forma no sólo disminuye el dolor producido, puesto que la inervación de este espacio es menor que el de la dermis, sino que excluye la necesidad de múltiples punciones. Por lo tanto, si se desea disminuir el dolor de la inyección, es aconsejable inyectar a partir de planos profundos hacia los superficiales, permitiendo que la difusión del anestésico hacia éstos vaya actuando gradualmente con el objeto de disminuir la sensibilidad cuando se llegue a la infiltración del plano epidérmico.
La velocidad de la inyección debe ser lenta para evitar la sensación de ardor producida por la disección de los tejidos, utilizando para ello jeringas de bajo volumen con las cuales se puede controlar más fácilmente la presión ejercida sobre el émbolo.
Utilizamos anestesia con adrenalina en todas las localizaciones, salvo los dedos, y en cualquier tipo de intervención, desde la simple electrocoagulación hasta la extirpación de lesiones, pasando por el tratamiento de las heridas a pesar de que puede disminuir las posibilidades hísticas de defensa por la vasoconstricción que ésta produce. En nuestra experiencia no apreciamos este efecto pernicioso y, sin embargo, obtenemos las ventajas de un campo con menos sangrado por el vasoespasmo y realizamos la reconstrucción de la zona comprometida con mayor facilidad. Se inicia mediante la irrigación de anestésico dentro de la herida varios minutos antes de cualquier manipulación. Luego se infiltra a través de los márgenes evitando la distensión de los tejidos o la inyección rápida de volumen. Una vez terminada la infiltración de los bordes de la herida, se procede al lavado y posteriormente, si se desea ampliar la zona de bloqueo, es recomendable utilizar otra aguja. No infiltrar en tejidos sucios, macerados o isquémicos.
Una aplicación muy interesante y novedosa es la asociación de la infiltración de anestésicos locales con la anestesia general. Se consigue disminuir la producción de estímulos dolorosos durante la intervención de forma que se pueden utilizar menos dosis de fármacos durante la propia anestesia general. Asimismo conseguimos analgesia postoperatoria durante unas horas con lo que aumentamos la comodidad del paciente. Si lo asociamos con adrenalina obtendremos un campo operatorio con mucho menor sangrado, de forma que podemos realizar la intervención de forma más cómoda, rápida y con menor frecuencia de necesidades de transfusiones durante o después de la intervención.


Martínez de Guereñu ,A, Ormijana Sáez A.”La utilización de la anestesia local infiltrada en la punción arterial”. Metas de enfermería.2008, Vol.11, p.50-54.


o        Objetivo: determinar en la literatura científica qué utilización se está haciendo de los anestésicos locales por vía subcutánea en la técnica de la punción arterial y cuál es su eficacia.
Material y método: se llevó a cabo una búsqueda bibliográfica en las bases Medline, Cummultive Index to Nursing and Allied Health Literatura (CINAHL) y Chocaren Library, sin limitación alguna y utilizando las palabras clave: ¿arterial puncture¿ y ¿anaesthesia?.
Resultados: se seleccionaron ocho artículos, pero sólo cinco eran investigaciones objeto del presente estudio. Los años de publicación de estos cinco artículos iban desde 1995 hasta 2002. La revisión puso de manifiesto que la utilización de anestésicos subcutáneos previa punción demostró ya en la década de 1980 y 1990 su eficacia en la disminución del dolor y en todas las demás experiencias subjetivas negativas asociadas a él. Conclusiones: los estudios revisados tienen una calidad científica adecuada para la implementación práctica de sus resultados y demuestran la eficacia de la infiltración previa de anestésicos locales en la reducción del dolor en la punción arterial. Existe una disociación entre las recomendaciones desde el mundo científico-teórico y la práctica clínica. Estas divergencias y su relación con los contextos clínicos habituales permiten la reflexión sobre el tema y la discusión sobre sus implicaciones para con los niveles de calidad de los cuidados enfermeros en la realización de la técnica de la punción arterial.

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